lunes, 30 de noviembre de 2015

La Navidad y el amor universal Por Luis Daniel Beauperthuy, F.R.C.

   
    La Navidad, más que ninguna otra época del año, siempre ha estado asociada al amor y la hermandad. Sea propicia la ocasión para tratar el tema del Amor Universal.
 
   Cuando decimos amor, normalmente evocamos el característico sentimiento humano del amor; pero el amor al que queremos referirnos ahora es un concepto mucho más amplio, es el Amor Universal en todas sus facetas, una de las cuales, por cierto, es el amor humano, aunque no es la única.

     El Amor Universal puede ser considerado como el cemento compactador de toda la estructura del universo Cósmico en todas sus partes. Es una energía ligadora que logra la armonía en el funcionamiento del universo en todos sus niveles, desde el elemental átomo hasta el más vasto sistema galáctico; desde el primitivo virus hasta la humanidad toda como conjunto. Esta energía compactadora es, en esencia, la misma en todos los niveles donde se presenta, aunque asume diferentes aspectos en su manifestación.
 
    Cuando el Amor Universal se manifiesta, lo hace obedeciendo leyes cósmicas bien definidas. Por ejemplo, las leyes cósmicas que regulan la vibración armoniosa del electrón alrededor del núcleo en un átomo, son leyes de Amor Universal, con un nivel de manifestación muy elemental, por supuesto, pero al fin y al cabo leyes de amor.

    El hecho de que recién las hayamos descubierto en este siglo, y las hayamos clasificado y rotulado como “leyes cuánticas”, no contradice en absoluto que siempre fueron y serán leyes de amor. Así también, las leyes que ligan átomos para formar moléculas, son leyes de Amor Universal, aunque las hayamos designado con otros nombres, como “leyes electroquímicas”. Igualmente son leyes de amor las que ligan a las moléculas para formar estructuras minerales, o compuestos orgánicos, o células; y también son leyes de amor las que ligan células para formar tejidos y las que organizan tejidos para formar vegetales, animales o cuerpos humanos.
    También son leyes de amor las que unen a los hombres para formar estructuras familiares y las que estructuran comunidades y naciones en base a la familia como unidad celular.
    En todos los ejemplos anteriores se nota una tendencia del Amor Universal, un propósito: la integración de todo con el fin de compactar una gran estructura suprahumana unida por el Amor Universal, vibrando armoniosamente según la Ley del Amor Universal.

    Al Amor Universal le es imposible manifestarse en la soledad de un individuo, porque él siempre se presenta como la interacción armoniosa entre los miembros de una comunidad de individuos en la que se necesitan por lo menos dos de ellos para que se manifieste. Por ejemplo, a nivel del átomo, el Amor Universal se manifiesta como la interacción eléctrica atractiva entre el electrón y el núcleo; así pues, el electrón es atraído por el núcleo porque el núcleo es atraído por el electrón y viceversa. Es físicamente imposible que uno sea atraído por el otro unilateralmente, sin que el otro sea, a su vez, atraído por él.

     Igualmente ocurre con la manifestación del Amor Universal en el sistema Tierra Luna (manifestación que denominamos “gravedad”); sería imposible que únicamente la Luna sea atraída hacia la Tierra mientras la Tierra no es atraída hacia la Luna, como bien lo manifiestan las mareas. Haga el experimento con un imán, un trozo de madera y uno de hierro; si el imán no atrae a la madera, ésta tampoco atrae al imán; si el imán atrae al hierro, entonces el hierro atrae al imán. Por cierto, en todos los casos, cuando la atracción se presenta, es de la misma intensidad para ambas partes.

    La misma ley debe cumplirse cuando el amor se manifiesta a nivel humano: cuando hay verdadero amor entre dos individuos, es imposible que el mismo desaparezca para uno de ellos mientras continúa vivo para el otro. O desaparece simultáneamente en ambos (lo cual no parece posible si es verdadero amor ) o permanece vivo en ambos. No debe confundirse amor con deseo de posesión, sentimiento éste último que sí puede surgir unilateralmente.
 
    Es interesante notar que cuando el Amor Universal se manifiesta, en cualquiera de los niveles donde se presenta, los individuos participantes del mismo pasan a integrar una nueva unidad de un nivel superior que trasciende a los individuos que la componen y sin embargo los integrantes de esa unidad superior no se “disuelven”, no pierden sus respectivas individualidades. Por ejemplo cuando el Amor Universal se manifiesta entre los electrones y el núcleo, surge el átomo como unidad superior, aunque los electrones, protones y neutrones, siguen siendo tales en ese átomo.
 
   A su vez, otras leyes de Amor Universal ligan átomos para formar moléculas; sin embargo, los átomos integrantes de la molécula formada no pierden sus características de átomos.
 
   Una célula está formada por estructuras moleculares. La célula es una unidad viva, individual, que trasciende las moléculas constituyentes; pero las moléculas constituyentes, mantienen a su vez cada una su individualidad dentro de la célula.

    El concepto de familia unida es imposible sin la integración de amor entre padres e hijos. Cuando tal interacción existe, la familia pasa a constituir una unidad compacta, pero sus integrantes siguen siendo ellos y no pierden consciencia de sus respectivas individualidades.
 
    Ahora bien, cada elemento del universo, desde la partícula subatómica, hasta el sistema galáctico más vasto, pasando por células, hombres, etc., tiene algún nivel de consciencia, pues todos participan en mayor o menor grado de la Mente Universal; y los individuos integrantes de una unidad de nivel superior a ellos, son conscientes (dentro de sus respectivos niveles de consciencia) de la unidad de la cual forman parte activa.
 
    El amor está entre ellos armonizándolos, compactando la unidad que forman, y ellos perciben ese amor a través de esa consciencia de unidad; y puesto que la interacción de amor los armoniza dentro de esa unidad, esa consciencia de amor es placentera, realizadora: ellos se sienten realizados en la unidad de la cual forman parte activa. Por supuesto, aquí las palabras “consciencia”, “amor”, “placer” y “realización” están expresadas en un sentido muy amplio y deben adecuarse a cada nivel (átomo, célula, hombre, galaxia) donde sean referidas. Uno de esos niveles es el hombre mismo; pero no debemos suponer que lo “placentero” para un átomo se asimile ni remotamente a lo placentero para un hombre: cada nivel tendrá su propio grado de complejidad.

     Si por algún motivo en una unidad cualquiera desaparece la energía armonizadora de sus integrantes (el amor), entonces esa unidad deja de ser tal: se disuelve, se desintegra en las individualidades que la conforman y estas individualidades quedan solitarias, vacías de propósito, de realización. Por ejemplo, si la energía electroquímica que ligaba a dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno para formar una molécula de agua, dejará de actuar por alguna perturbación externa, o desapareciese, entonces ya no se tendría más una molécula de agua. Ésta se desintegraría y sólo se obtendría por resultado un átomo de hidrógeno por allí, otro por allá y uno de oxígeno más allá, tristes y solitarios. Lo que puede ocurrir con la molécula de agua también podría ocurrir en cualquier otro nivel, por ejemplo en la familia.

    En nuestra evolución, a través de nuestras encarnaciones, nos estamos preparando para formar parte integrante de la Gran Unidad Cósmica, la Gran Fraternidad Universal. Todos vamos hacia allá y todos seremos imprescindibles allí. Cuando lo logremos, sin perder nuestra individualidad, seremos conscientes (dentro de un nivel superior de consciencia), de formar parte activa de esa gran familia cósmica a través de la expresión del Amor Universal entre nosotros y gozaremos plenamente de esa consciencia, nos sentiremos plenamente realizados, en armonía cósmica, felices.

  Para poder ingresar a la gran familia cósmica, necesitamos deslastrarnos completamente de los enemigos del amor: la suspicacia, el egoísmo y la envidia. Estos tres sentimientos son como barreras, blindajes, diques, que bloquean el flujo de amor entre los individuos. Abrigar estos sentimientos en nuestro ser equivale a bloquear la interacción de amor, como ocurre con la madera frente al imán; y en consecuencia nos quedamos solitarios, fuera de la Gran Unidad Cósmica y, lógicamente, ninguna consciencia del Amor Universal se registrará en nosotros.

   Fratres y Sorores: la Navidad puede considerarse como un símbolo del Amor Universal. En ninguna otra época del año se siente, como en Navidad, vibrar en el aire ese sentimiento. Es en Navidad cuando más hombres y mujeres en el mundo están dispuestos a bajar los diques de la suspicacia, la envidia y el egoísmo. Eso se nota, se palpa en el ambiente; es una curiosa característica, típica de la Navidad.

    Pero los diques bloqueadores del amor, distanciadores de los demás, hay que bajarlos sin reservas y para hacerlo así se requiere buena voluntad . Con buena voluntad reducimos las causas bloqueadoras del amor y éste, automáticamente, se intensifica entre nosotros y los demás; en consecuencia, nos sentimos más armonizados y por lo tanto sentimos más paz interior . De allí que sea lógico el eslogan de la Navidad: Paz a los hombres de buena voluntad .

   Todos los elementos de la Navidad simbolizan el amor. Por ejemplo, amor es compartir y para compartir hay que intercambiar. Es curioso que así como en Navidad nos intercambiamos regalos o tarjetas como vehículos de manifestación del amor, también en todos los niveles del universo donde se manifiesta el Amor Universal, hay intercambio de “algo” como vehículo de interacción: las leyes físicas nos dicen que la interacción entre un electrón y el núcleo de un átomo, se manifiesta a través de un intercambio mutuo de fotones (partículas de luz) y según las leyes químicas, la interacción entre los distintos átomos que conforman una molécula se manifiesta a través del intercambio mutuo de electrones; y en forma similar ocurre en todos los demás niveles.

    Y es que el amor no puede ser “platónico”, necesita un vehículo de manifestación. Por eso el amor entre esposos, o entre hermanos, o entre padres e hijos, o entre amigos, etc., se alimenta, se manifiesta, a través de esos pequeños detalles: una oportuna frase, un regalo, un “te quiero”.

    Por último, el amor es sencillez, simplicidad, porque el Amor Universal es simple y sencillo, tiene la sencillez diáfana y clara de la sonrisa de los niños. No es casual que la Navidad nos evoque la sonrisa franca, sencilla y cristalina de un niño ilusionado por el regalo del Niño Jesús o Santa Claus. Porque cuando el amor se manifiesta, es así, sencillo, franco y cristalino. Por eso los amantes se hablan con voz arrulladora y francamente infantil cuando se comunican su amor. Por eso la madre le habla a su hijo con acento infantil cuando quiere comunicarle su amor, porque el Amor Universal es tan sencillo como un niño.

   Esto significa que nunca podremos participar del Amor Universal (más bien, contribuir al Amor Universal), si no tomamos una actitud diáfana, cristalina, simple y sencilla, como la de los niños. Hace ya dos mil años nos lo enseñó el Maestro Jesús:
“ Hay que ser como niños para entrar al Reino de los Cielos”

Este artículo fue escrito por un miembro destacado de nuestro capítulo en Octubre de 1994,para la Revista "El Rosacruz", hemos decidido publicarlo para recordarlo y rendirle homenaje por todo el servicio que prestó amorosamente a nuestro Capítulo mientras estuvo en vida. 

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